A toda la República Dominicana, a nuestros hermanos y hermanas de otras tierras, y a cada corazón dolido por la tragedia:

Desde lo más profundo de mi alma, me permito escribir estas palabras en un momento que ha marcado con dolor, silencio y lágrimas la memoria colectiva de nuestro país. El pasado 8 de abril, la vida cambió para siempre para muchas familias, amigos y seres queridos tras los acontecimientos ocurridos en la Discoteca Jet Set Club, en Santo Domingo. Esta carta no pretende dar respuestas que no existen, ni justificar lo que no puede explicarse. Esta carta es simplemente un acto de amor, una forma de honrar, acompañar y abrazar con palabras a quienes han perdido tanto.

Hoy nos toca llorar, recordar y sostenernos.

Nada puede preparar a una familia para una pérdida tan repentina, tan injusta, tan desgarradora. No hay manual, ni tiempo suficiente para entender cómo el alma puede seguir respirando cuando parte alguien a quien amamos. No hay argumento lógico ni consuelo fácil. Y sin embargo, aquí estamos… unidos por el mismo luto, por la misma pregunta en el pecho, por el mismo nudo en la garganta.

Este suceso no solo quebró la rutina de una noche; quebró los sueños de madres, padres, hijos, amigos, hermanos. Nos arrebató voces, risas, proyectos. Nos sumergió en un duelo nacional que todavía no tiene forma ni medida.

Pero también nos unió en algo más grande que el dolor: la compasión.

Hemos visto cómo manos desconocidas se han extendido para sostener otras. Cómo comunidades se han reunido en oración, en silencio, en abrazos. Cómo el amor —a pesar de todo— se ha hecho presente. Y es allí, en esa humanidad compartida, donde comienza también la posibilidad de la esperanza.

A quienes partieron: nunca serán olvidados.

Queremos alzar la voz para decir sus nombres, para recordar su paso, para afirmar que su existencia dejó huellas imborrables. Porque nadie muere del todo mientras haya quien lo nombre, quien lo ame, quien lo lleve en el alma. Hoy, este sitio web no es solo una página; es un altar virtual, un testimonio de amor. Aquí vivirá cada historia, cada memoria, cada instante de luz que compartieron con el mundo.

A los familiares: no están solos.

No hay distancia ni diferencia que separe el dolor humano. No importa si somos amigos, vecinos o desconocidos: su dolor también es nuestro. Su pérdida también nos duele. Estamos aquí para llorar con ustedes, para sostenerlos con palabras cuando no hay fuerza en las piernas, para acompañar su duelo con el respeto más profundo. Y aunque no podamos borrar el vacío, sí podemos caminar juntos en este nuevo camino que ahora exige más ternura que nunca.

La esperanza no es olvido. Es la forma más valiente de amar.

Este mensaje no es para cerrar una herida que aún está abierta, sino para poner una luz encendida en medio de tanto gris. La esperanza es un hilo invisible que une lo que ha sido con lo que aún puede ser. Es creer que el amor no muere, que la vida sigue teniendo sentido aun cuando todo parece desmoronarse.

Esperanza es cuidar lo que amamos. Es transformar la rabia en lucha, la tristeza en memoria viva, el silencio en homenaje. Esperanza es no permitir que esta tragedia quede en el vacío, sino que nos despierte a construir un país donde la vida siempre sea prioridad. Donde ningún lugar, ninguna noche, termine en oscuridad.

Nos quedamos aquí, de pie, con el corazón abierto.

A ti que lees esto, gracias por acompañarnos en este instante de recogimiento. Gracias por abrir tu corazón a la memoria de quienes se fueron. Gracias por ser parte de esta comunidad que elige sanar con dignidad, recordar con amor, y seguir adelante con propósito.

Este espacio digital es de ustedes. Para llorar, para recordar, para escribir, para encontrar consuelo. Aquí las historias siguen vivas. Aquí el amor no tiene fecha de vencimiento.

Con todo mi respeto, mi cariño y mi fe en la vida:

Eduardo Melo
Fundador de EDUARDOMELO.COM y creador de este homenaje
Santo Domingo, República Dominicana
Mayo 2025